En estos tiempos
la música, como muchas otras cosas, le parece a las personas opaca, vacía, si
su sonido no está mediado por la electricidad. Las bondades de la acústica
natural son despreciadas a cambio del “sonido”, como se llama habitualmente al
conjunto de equipos que “amplifican” cualquier música. Sólo ese sonido
artificialmente brillante, inhumanamente fuerte, logra conmover al auditorio.
Aquellos que tocan o cantan sin él son considerados como un actor sin vestuario, meros
aficionados. Entonces es la tecnología la que convierte a alguien que toca un
instrumento en un músico.